¡Qué emoción! Verás a tu bebé por primera vez. Ha llegado el ansiado momento: ¡finalmente podrás vislumbrar la forma de su cabecita y sentir los latidos de su corazoncito!
Ha llegado el momento de la primera ecografía, inocua e indolora, con mucha diferencia la prueba más emocionante. La sonda recubierta con gel que se desliza sobre tu vientre emite ultrasonidos, ondas sonoras imperceptibles para ti. Llegan hasta tu pequeño y vuelven, en un eco que se transforma en imagen en el monitor. Al final de la prueba estarán listas sus primeras fotografías para que las muestres a parientes y amigos y a él/ella cuando nazca. A las 10 semanas el embrión se llama feto, aunque para ti siempre ha sido y seguirá siendo tu bebé que crece. Ahora comienzan a apreciarse sus órganos más importantes: se delinean la boca, las orejas, la nariz y los párpados; se forman los genitales, los huesos suaves y flexibles, los tejidos musculares. Tu hijo realiza pequeños movimientos que tú aún no puedes percibir porque pesa unos 14 gramos y mide apenas 7 centímetros.
Durante la ecografía, si el médico lo considera oportuno, se realiza también la translucencia nucal, una prueba que mide el espesor de los tejidos de la nuca del feto para excluir la eventual presencia de anomalías cromosómicas.
En este tercer mes es válido el dicho “todo lo que te hace sentirte bien, hace sentirse bien a tu pequeño”. El momento del vientre abultado aún queda lejos, pero tu cintura seguro que ha ganado algunos centímetros porque todo tu cuerpo se modifica para su crecimiento. El cambio más evidente lo ha sufrido tu pecho, más tenso y lleno porque la glándula mamaria se está desarrollando rápidamente, preparándose para nutrir a tu bebé. Un sujetador adecuado, aunque antes no lo usaras, será un cómodo aliado de tu belleza. El flujo de tu sangre es más abundante precisamente para nutrirlo adecuadamente y por eso puede que sientas más calor. En este período también es posible que adviertas los famosos antojos y que sufras de estreñimiento porque las paredes intestinales están más relajadas. Es el momento de dedicar cada día un poco de tiempo a cuidarte. Las cremas específicas y los masajes delicados dejarán tu piel nutrida y elástica, lista para afrontar las transformaciones. Caminar, nadar, moverse cada día, incluso bailar si te gusta, son actividades que te harán bien a ti y a tu hijo. Solo escucha las señales que tu cuerpo te envía y no llegues nunca sentirte cansada.