¿Estás embarazada pero no quieres renunciar a las vacaciones? No te preocupes, es suficiente con organizarse para que tus vacaciones sean relajantes y cómodas como siempre.
El mejor período para viajar es entre el cuarto y el sexto mes, cuando se han terminado las náuseas iniciales y el vientre tiene todavía dimensiones razonables. Para que las vacaciones proporcionen auténtico relax, lo ideal es elegir un destino de fácil acceso, bien comunicado y equipado desde un punto de vista hospitalario, donde sea posible seguir una alimentación segura y variada, posiblemente con un alojamiento que garantice todas las comodidades.
Sea cual sea el destino que elijas, sobre todo en verano, evita exponerte al sol durante las horas más cálidas de la jornada y utiliza siempre cremas solares con protección alta, ya que durante el embarazo la piel es más sensible.
Si has elegido la playa, puedes bañarte tranquilamente y nadar sin cansarte demasiado, ¡la natación es mano de santo para tu espalda! O bien dar largos paseos por la orilla, dejando que las olas te masajeen los tobillos y las piernas. Están contraindicadas por el contrario las inmersiones: a profundidad superior a los 18 metros el feto podría sufrir daños. Intenta beber mucho, mejor si son bebidas sin gas.
Si prefieres la montaña, elige una localidad por debajo de los 2.500 metros de altura porque por encima de esta cuota podría faltar oxígeno al feto, sobre todo durante el primer trimestre.
Las excursiones y las caminatas no tienen contraindicaciones, naturalmente siempre que no haya riesgos o tramos demasiado difíciles durante el recorrido.
Tanto si has elegido la playa o la montaña, como si has optado por una ciudad de arte, en Italia o en el extranjero, recuerda siempre alternar las visitas a los museos y las excursiones con jornadas de total relax.
Si has decidido transcurrir unos días en una localidad termal es mejor escuchar antes al médico y optar por tratamientos y “recorridos” pensados específicamente para embarazadas.