Es un mineral indispensable para el correcto funcionamiento del tiroides, una glándula que regula diversas actividades del organismo. La necesidad de esta sustancia aumenta durante los nueve meses: cómo puedes incrementarla.
El yodo es un elemento indispensable para el correcto funcionamiento del tiroides, una glándula situada en la parte delantera del cuello que tiene la labor de producir hormonas que regulan las diversas actividades del organismo.
Si falta el yodo, se puede desarrollar el bocio, una hinchazón de la glándula tiroidea, que desaparece después del parto. Es algo bastante frecuente durante el embarazo, determinado por el hecho de que el tiroides, para compensar la falta de hormonas tiroideas en circulación, está constantemente estimulado para trabajar de manera continua, garantizando al feto las hormonas que necesita. La consecuencia de este trabajo extra es que la glándula aumenta ligeramente de volumen para compensar la carencia.
Según los valores recomendados por la Oms, la necesidad diaria de yodo de un adulto es de 150 mcg, valor que aumenta a unos 200 mcg durante el embarazo. Por eso deberás compensar la nueva exigencia con un aumento de este mineral en tu dieta.
Los alimentos más ricos en yodo son los de origen marino, como pescado, moluscos y crustáceos, pero se trata de un contenido modesto, hasta el punto de que una dieta rica en pescado no basta para cubrir la cantidad diaria recomendada. La mejor manera para asegurar una aportación diaria adecuada de yodo en realidad es la usar habitualmente la sal yodada en la mesa. Se trata de sal normal de cocina a la que se ha añadido yodo para satisfacer las necesidades cotidianas del mineral.