Cuando se está obligado a quedarse en casa porque no pasa la fiebre, se necesitan algunas ideas para combatir el aburrimiento
Antes o después todos los niños tienen fiebre: a causa de los dientes, por un virus de temporada o como un simple malestar.
Ver a tu pequeño enfermo, en baja forma y con el humor que sube y baja como las líneas de la fiebre es una experiencia poco agradable porque te sientes impotente.
La paciencia será la medicina que no deberá faltar nunca, pero tendrás que añadir un poco de fantasía y una pizca de esfuerzo extra para descifrar sus deseos.
Durante algunos días deberás satisfacer sus ritmos, mucho más lentos de lo normal, y aceptar algunos de sus caprichos provocados por su desgana.
Intenta preparar algo de comer que despierte su apetito e invítalo a que beba con frecuencia, para ayudarlo a que se recupere antes.
Si notas que se está aburriendo y tiene ganas de jugar, dedícale tiempo con actividades alternativas.
Para los más pequeños, la cama de mamá y papá podría ser vuestro lugar perfecto para mimarlo y jugar con él: se divertirá sobre el colchón y si se cansa a tu pequeño le bastará con cerrar los ojos evitando antipáticos desplazamientos. Entre los muchos juegos, experimenta con los sonoros: botellas de agua llenas de sal, legumbres, pasta… hacen sonidos diversos ¡que a él le gustan un montón!
Si ya es grandecito, dibuja con él. Ármate no solo de colores sino también de cola, tijeras, trozos de tela, pasta y arroz, guata… ¡Los cuadros que crearéis serán auténticas obras de arte en 3D! Déjalo que participe también en la cocina: preparar su plato preferido o hacer pizza y galletas para todos será un antídoto seguro contra el aburrimiento y quizá le devuelva el apetito.
Recuerda en cualquier caso que los mimos, el buen humor y la fantasía ¡aumentan la velocidad de recuperación de tu hijo!