A partir de un año podrás comenzar a introducir en la dieta de tu hijo muchos elementos, separándolos en diferentes platos
Ayer le dabas el pecho y hoy… ¡ya ha pasado un año! Hacia los 12 meses es el momento de que tu hijo comience a comer “como los mayores”: se acabó la papilla de siempre, llegan auténticos platos con distintos alimentos.
Acostúmbralo desde pequeño a cuatro o cinco citas con la comida: tentempié a media mañana, almuerzo, merienda y cena, comenzando por la mañana con un desayuno sano, que le proporcione todas las energías que necesita, ¡después de haber pasado tantas horas sin comer!
Para el tentempié elige la fruta de temporada y después… ¡llega el almuerzo! Sin tener que preparar banquetes de rey, podrás satisfacer el paladar de tu pequeño, sin exagerar con las cantidades y estudiando un menú variado y equilibrado, con una novedad: los platos, es decir el primero, el segundo y una guarnición.
Puedes comenzar sorprendiéndolo con primeros platos y segundos como carne, pescado y huevo, añadiendo en un segundo momento las verduras de guarnición, que mientras tanto puedes utilizar como condimento para los primeros platos.
Hacia los 18 meses tu bebé comienza a afirmar su personalidad y puede que rechace alimentos que hasta el día de antes le iban bien. Una mamá sabe siempre lo que hacer y, con tu varita mágica, solucionarás el problema con un sabroso plato único (tres o cuatro veces a la semana), o con recetas que “esconden” aquello que, por cabezonería, no quiere comer: un primero con pescado o con ragú de carne o albóndigas de verduras y por la noche, alguna receta a base de cereales y legumbres, como arroz y guisantes o pasta y garbanzos, al principio triturados y hacia los dos años ¡enteros!
Normalmente a los niños les encantan sobre todo los primeros platos y el riesgo es que si comen grandes cantidades y con gusto, no les apetezca demasiado comerse el segundo, y sobre todo la verdura. Prueba a “invertir” el orden de los platos: tu pequeño devorará la carne y la verdura para quitarse inmediatamente el hambre pero ¡seguro que encuentra un lugar para su adorada pasta!
¡Buen provecho, niños!