Llega un momento en el que el papá, que hasta poco tiempo antes ocupaba el segundo lugar con respecto a la mamá, se convierte en un super héroe, un príncipe azul…
La colaboración, el diálogo y la armonía en la pareja son la base del crecimiento de vuestro pequeño y dedicaros los dos a él os unirá mayormente. Pero, pasado el primer período en el que mamá es la figura de referencia por excelencia para los más pequeños, de pronto entra con más fuerza la figura del papá.
Tu hijo está creciendo y se siente atraído por la energía que emana el papá, muy diferente de la tuya; entre ellos se comienza a establecer una nueva relación, hecha de juegos, complicidad y autonomía.
Para tu hija será la primera forma de ‘amor’ hacia lo masculino: al crecer, “difícilmente podrá nadie ser igual a su papá” y podría manifestarse un sentimiento de competitividad contigo para obtener sus atenciones.
Para tu hijo se trata por el contrario de un amor por identificación: “cuando sea mayor seré como él” es el pensamiento que ciertamente acompañará a tu pequeño durante su crecimiento.
La personalidad del papá, su firmeza, su disponibilidad para jugar atraen mucho a vuestro hijo, y sus maneras, cómo arregla su juguete o cómo desde los hombros le muestra el mundo desde arriba, lo convierten en su héroe, en su príncipe azul, la persona especial que sabe haceros felices a él y a ti.
Su presencia en la cotidianeidad, sus atenciones hechas de gestos, palabras y miradas, transmiten a vuestro hijo esa confianza en sí mismo que es indispensable para afrontar la vida.