Si tu leche no consigue satisfacer las exigencias nutricionales de tu pequeño, puedes recurrir a la leche artificial sin renunciar a la intimidad de la lactancia
La leche materna es el mejor alimento para tu pequeño. Además de tener indudables propiedades beneficiosas, tanto desde el punto de vista nutricional, como para favorecer el desarrollo de su sistema inmunitario, también permite instaurar un vínculo único entre tú y tu hijo. A veces puede ocurrir que no se produzca suficiente leche o que no sea lo suficientemente nutritiva para satisfacer las exigencias nutricionales de tu hijo. Te darás cuenta por las señales que él te enviará, crecerá poco y llorará frecuentemente debido al hambre. En este caso lo mejor es recurrir a una leche artificial.
Normalmente la falta de leche materna se verifica en el 5-10 % de los casos, pero no por ello deberás sentirte culpable o inadecuada. El bebé se adaptará a la nueva leche sin sufrir ningún estrés y la toma será igualmente un momento de intimidad entre vosotros dos.
La elección de la leche artificial debe hacerse de acuerdo con el pediatra que conoce bien a tu hijo.
Una vez identificado el tipo de leche más adecuado para él, algunos pequeños consejos prácticos que te pueden ayudar.
- La lactancia es un momento exclusivo entre tú y él, aunque sea con biberón. Elige un lugar cómodo y tranquilo y mantén el contacto visual con tu pequeño. Háblale suavemente y acarícialo para que este ritual sea aún más especial.
- Elige biberones y tetinas que dejen penetrar el aire a medida que el biberón se vacíe para impedir que tu hijo se lo trague
- ¡Controla siempre la temperatura de la leche!
- Después de haber lavado cuidadosamente el biberón y la tetina, puedes guardarlo todo en un esterilizador
- Controla la fecha de caducidad de la leche y asegúrate de que el envase esté íntegro y sigilado
- Conserva los envases de leche en polvo cerrados en un lugar seco, alejado de fuentes de calor y humedad.
- Sigue el procedimiento para transformar la leche de polvo en líquido con atención: no todos tienen las mismas dosis.
- La leche que le das a tu hijo representa una prescripción médica, no la cambies sin pedir antes la opinión de tu pediatra