¿Por qué llora tu pequeño? Hambre, frío o calor, sueño y deseos de mimos pueden ser el motivo
El llanto es una de las pocas maneras que tu hijo tiene para que tú lo escuches. Todavía no es capaz de hacer peticiones precisas pero con el pasar de los días te será cada vez más fácil reconocer las señales que te manda para interpretar su llanto y entender lo que te está diciendo.
¿Tiene calor o frío?
Tu pequeño todavía no es capaz de regular bien la temperatura corporal y es probable que sienta calor o frío. Para entenderlo intenta tocarle la cara y las manos y comprueba si está sudado. Al desnudarlo notarás inmediatamente una sensación de bienestar y de alegría. Por el contrario si las manitas y los piececitos están fríos, intenta cubrirlo con algo un poco más pesado, pero sin exagerar.
¿Está cansado y quiere dormir?
Si crees que tu hijo está cansado llévatelo a una habitación silenciosa y en penumbra: en su cuna o entre tus brazos, si quiere descansar, se calmará.
¿Quiere que le cojan en brazos?
A veces tu pequeño siente la necesidad de ser cogido en brazos, por el deseo de sentirse mimado y envuelto por tus brazos o los del papá. Satisface esta exigencia suya sin miedo a “consentirlo”: los mimos nunca son un capricho y son beneficiosos para ambos.
¿Se aburre?
Los recién nacidos también necesitan algo que les llame la atención y les estimule. Si la hamaca o el gimnasio parecen no funcionar, acércalo a ti, con la ayuda de un canguro, mientras cocinas o arreglas la casa: tu movimiento, los estímulos visuales, los olores y los ruidos (incluso el del aspirador) para él son siempre grandes y agradables novedades que lo tranquilizarán porque será concentrado en todo lo que le rodea y ¡no se recordará de llorar!