Durante los nueve meses no todas las bebidas están indicadas: aquí tienes las que se pueden seguir tomando, cuáles es mejor limitar y qué está completamente prohibido
Beber siempre es bueno, en cualquier momento de la vida pero con mayor razón durante el embarazo, la importancia de asumir líquidos aumenta, tanto porque ayudan a purificar los riñones que durante este período podrían estar “sobrecargados”, como porque facilitan una correcta funcionalidad del intestino, y además mejoran el problema de la retención hídrica, fisiológico en este momento.
Pero asumir más agua también es beneficioso para tu hijo: de hecho, el agua sirve para producir líquido amniótico que nuestro organismo recambia cada tres horas aproximadamente.
Por eso durante estos nueve meses escucharás a tu médico o a tu ginecólogo con frecuencia recomendarte que bebas al menos dos litros de líquido al día.
¿Qué es preferible beber? Seguramente agua mineral natural. Si normalmente bebes poco, intenta prepararte una bebida caliente, como una tisana o una infusión, o tómate como tentempié entre las comidas un zumo de naranja. Es mejor evitar las bebidas con gas, que hinchan el estómago, y las dietéticas, que pueden contener edulcorantes artificiales, no recomendados durante el embarazo.
¿Y el vaso de vino, se puede tomar o no? En la actualidad son numerosos los estudios que aconsejan evitar completamente todo el consumo de bebidas alcohólicas y super alcohólicas durante el embarazo, para evitar riesgos para el feto (consejo que llega también desde el Ministerio de Sanidad).
En cuanto al té y al café, no es necesario anular su consumo durante el embarazo, pero sí reducirlo ya que contienen sustancias excitantes (teína y cafeína, respectivamente). Como máximo, puedes concederte cada día una o dos tazas de café o una taza de té. Si estás acostumbrada a cantidades mayores de estas bebidas, intenta sustituirlas con café de orzo o té sin teína.