Para tu hijo, subirse y balancearse sobre su caballito balancín es un auténtico placer que además aumenta su equilibrio y su autonomía.
Tu hijo está creciendo, ha aprendido a estar sentado y ahora su visión del mundo que lo rodea es mucho más completa.
Comienza a jugar y a interaccionar con personas y objetos y consigue percibir lo que más lo atrae.
Un juego que atraerá su atención, a partir de este momento hasta que sea más mayorcito, es el caballito balancín o cualquier otro juguete “cabalgable”, o sea todo lo que le permita estar a horcajadas, ya sea un triciclo, un juego del parque o un enorme y divertido animal de trapo.
Los juguetes cabalgables gustan a los niños porque les dan la posibilidad de jugar sentados, en una posición cómoda, segura y sobre todo sobre elevada con respecto al plano en el que se encuentran normalmente cuando están solos. Además al poderse acunar o mover con autonomía, durante todo el tiempo que lo desean, en un mundo real o imaginario, son sus perfectos aliados para practicar su independencia.
A través de estos juegos, tu pequeño aprende a experimentar y a perfeccionar muchos aspectos de su personalidad y de su autonomía.
Si el juguete se balancea o se mueve, serás tú quien le empuje un poco las primeras veces, estimulándolo para que intente hacerlo solo, aumentando así su coordinación y su sentido del equilibrio.
Inicialmente siempre habrá un adulto con él, para asegurarse de que no se caiga, pero en cuanto sea capaz, se sentirá el perfecto cowboy a lomos de su caballo, ¡o un gran piloto sobre la moto!