El termómetro sube y con frecuencia nos dejamos llevar por el pánico, sobre todo si el bebé es todavía pequeño: cómo comportarse en cada caso.
El pequeño está enfermo: ojos lúcidos, mucho sueño y sobre todo, la frente que arde. Es normal que nos preocupemos, sobre todo si el bebé es aún pequeño y no sabe explicar sus necesidades. Sin embargo, mantén la calma y recuerda que la fiebre es una señal positiva, porque indica que el organismo de tu pequeño está reaccionando a la infección en curso.
Naturalmente no hay que dejar que la fiebre suba demasiado: mídesela bajo la axila (temperatura externa), si es un poco más grande, o por vía rectal (temperatura interna), si es todavía muy pequeño (en este último caso tienes que restar 0,5° a la temperatura que leas en el termómetro). Solo si la fiebre supera los 38° efectivos, es decir de temperatura externa, el pediatra te aconsejará que le des a tu pequeño un antipirético. Si por el contrario es más baja, es aconsejable esperar y dejar que el cuerpo actúe. En cualquier caso, cuando la temperatura es alta, avisa siempre al pediatra que sabrá valorar en cada caso el motivo de la fiebre y por lo tanto te aconsejará los remedios más adecuados.